La potestad de la Suprema dulzura.
Esta es una reflexión sobre las reacciones de la dulzura. Supongamos que uno es el ser más vil y cruento sobre la tierra, y se enamora de la dulzura. Entonces este ser se transforma, coge algunos disfracez para acercarse un poco más a este ser depósito de dulzura.
Supongamos que su intento es acertado, es decir lograr estar más cerca cada vez. Y entonces este ser vil y cruento, cuya naturaleza es de honduras terribles, lucha contra si mismo. Es una batalla sin tregua, en un campo común, pues ahora es de dos origenes, uno de nacimiento, y otro de vida.
Este ser cruento y terrible, se ha disfrazado tanto de dulzura, ha saboteado su egoísmo. Ya no le divierten el sufrimiento, ni el abandono de otros seres. Este ser se ha transformado tanto que se dirige a la dulzura e intenta abrazarla, abrazarla por entero y sumergirse en su calidez de viento, de océano.
Entonces hace el intento, se dirige con decisión y al momento se confunde, la dulzura no es contenida, de echo se desvanece. Y este ser tan dulce y lleno de ternura, observa su ser, que ondea, como las olas, como el viento del este. Y es increíble pues no es más denso, es de la misma naturaleza... Es aire, es agua, es cielo.
Y así este ser, antes de origen vil y cruento se ha ido de cara contra la dulzura. La dulzura lo ha transformado, irremediablemente, y era tanto su amor y tanta su belleza que ya no hay diferencia.
Pues es El odio, el amor en la escala opuesta, tirando de lado contrario confundida su dirección y acrecentando cada vez más la inmensidad y la potestad de la suprema dulzura al alcanzarlo.
Supongamos que su intento es acertado, es decir lograr estar más cerca cada vez. Y entonces este ser vil y cruento, cuya naturaleza es de honduras terribles, lucha contra si mismo. Es una batalla sin tregua, en un campo común, pues ahora es de dos origenes, uno de nacimiento, y otro de vida.
Este ser cruento y terrible, se ha disfrazado tanto de dulzura, ha saboteado su egoísmo. Ya no le divierten el sufrimiento, ni el abandono de otros seres. Este ser se ha transformado tanto que se dirige a la dulzura e intenta abrazarla, abrazarla por entero y sumergirse en su calidez de viento, de océano.
Entonces hace el intento, se dirige con decisión y al momento se confunde, la dulzura no es contenida, de echo se desvanece. Y este ser tan dulce y lleno de ternura, observa su ser, que ondea, como las olas, como el viento del este. Y es increíble pues no es más denso, es de la misma naturaleza... Es aire, es agua, es cielo.
Y así este ser, antes de origen vil y cruento se ha ido de cara contra la dulzura. La dulzura lo ha transformado, irremediablemente, y era tanto su amor y tanta su belleza que ya no hay diferencia.
Pues es El odio, el amor en la escala opuesta, tirando de lado contrario confundida su dirección y acrecentando cada vez más la inmensidad y la potestad de la suprema dulzura al alcanzarlo.
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